01/07/2020

Tres paneles se desarrollaron durante el día dos del 2° Congreso Latinoamericano de Justicia Restaurativa

Las mesas de disertantes abordaron tres ejes temáticos: “Prácticas restaurativas y nuevos modelos de intervención”, “Pedagogía para la construcción de una Cultura de Paz y Justicia” y “Justicia Restaurativa y edificación de la democracia como modo de vida”.

Este miércoles continuó desarrollándose el 2° Congreso Latinoamericano de Justicia Restaurativa organizado por la Defensoría del Pueblo, junto a la Defensoría General de Lomas de Zamora, el Consejo Superior de la Judicatura de Colombia y la Defensoría del Pueblo de Colombia. Durante la mañana del miércoles se realizó el primer bloque del apartado “Compartiendo Miradas y Experiencias", un espacio de intercambio de conocimientos que se desarrollará durante los tres días del encuentro, en esta ocasión bajo la consigna “Prácticas restaurativas y nuevos modelos de intervención”. Y por la tarde tuvieron lugar los paneles “Pedagogía para la construcción de una Cultura de Paz y Justicia” y “Justicia Restaurativa y edificación de la democracia como modo de vida”.

La mesa de la mañana estuvo coordinada por Hernán Olaeto, director de Política Criminal del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Argentina, y el encargado de comenzar con las exposiciones fue Emilio Navaz, presidente de la Asociación Interdisciplinaria Europea de Estudios de la Familia (Aieef), quien realizó un breve recorrido histórico de la institución y explicó: “Consideramos que es central la cultura del diálogo. Alcanzar el estado de paz o no conflicto no se entiende si no partimos de la idea de diálogo”.

Navaz evaluó que existe una mayor conciencia “de la imperiosa necesidad de coexistir en un mismo planeta y por lo tanto de respetar al otro” y señaló que “el diálogo no busca acuerdo, es más los rechaza. La idea no es convencer”. “Necesito conocer el discurso del otro, para poder conocer las circunstancias que le duelen a mi hermano y disfrutar de la diversidad”, afirmó.

Por su parte, Elba Acosta, de la ONG Trama Social de Rosario, destacó la importancia de la facilitación y las múltiples aplicaciones de esta metodología. “La facilitación se presenta como una herramienta vigorizadora para acompañar a las pequeñas y grandes organizaciones”, explicó. Asimismo, desarrolló el rol del discurso como constructor de realidad y dio pautas respecto de las características que debe tener un facilitador: “Requiere humildad, requiere autocrítica. Bancar que nuestros compañeros nos digan qué hicimos bien y qué hicimos mal. Si no, pareciera que somos un tanto soberbios. Cuanto más aprendamos más atentos vamos a estar a las necesidades de los otros”. Posteriormente, en la ronda de consultas, se sumó Pablo Suárez, de la misma organización, para ahondar algunos conceptos.

A su turno, Ricardo Riva, defensor del Pueblo de Neuquén, destacó la experiencia adquirida por su equipo en la organización del primer programa de mediación penal juvenil en su provincia. En ese sentido, explicó cómo es la metodología de trabajo. “No solo buscamos una escucha activa, sino también acompañar en el problema que se necesita gestionar”, describió. A continuación, Riva relató que la defensoría de Neuquén en un comienzo realizaba mediaciones entre vecinos, pero luego la amplió a aspectos familiares. “Vimos que gracias a nuestros servicios se ha generado la posibilidad de que muchas personas a las que se les hace muy difícil el acceso a la justicia puedan disponer de una herramienta”, subrayó.

Tras recordar casos exitosos de mediación, el defensor del Pueblo neuquino cerró con una reflexión: “Lo que estamos haciendo es para mejorar la calidad de convivencia de todos nosotros. El Estado es la organización de la convivencia humana. Si mejoramos la convivencia vamos a mejorar la calidad de la gobernanza. Y eso también es la función del defensor del Pueblo”.

Luego fue el turno de Arturo Suárez Acero, de la Escuela de Justicia Comunitaria de la Universidad Nacional de Colombia. El profesional señaló que allí no realizan una “labor interventiva”, sino que se ubican “en la perspectiva de aportar en la construcción de una estructura para la Justicia comunitaria”. Asimismo, desarrolló un conjunto de aspectos relacionados con la justicia comunitaria y explicó que esta “tiene un potencial transformador enorme”. “Esta forma de justicia tiene que tener un posicionamiento frente a los paradigmas establecidos. Cuestiona la producción del derecho y de la justicia desde el Estado. Implica pensar en la descolonización de la Justicia. La justicia comunitaria demanda ser una justicia de la diversidad”, cerró.

La última expositora fue Catalina Piedrahita, jueza de Control de Garantías del Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes de Colombia. La abogada relató cómo están actuando en ese país respecto de los nuevos modelos de intervención y señaló: “A través de un programa basado en la justicia integrativa lo que hacemos es atender a los chicos que tienen problemas con sustancias psicoactivas y que terminan incurriendo en conductas delictivas”. A continuación, explicó que lo que se busca “es evitar tantas sanciones o privaciones de libertad que no contribuyen a subsanar la situación”.

En ese sentido, explicó que “la finalidad es restablecer el vínculo que se ha dañado. Que el adolescente asimile que se ha equivocado y que debe corregir su conducta. Enseñar a los padres cómo orientar a sus hijos”. Y concluyó: “Cuando tenemos un discurso positivo cambiamos la sociedad. Mejoramos la sociedad. Debemos cada uno cambiar el modo de interactuar, de cómo tratar a los demás. Para evitar la confrontación y siempre buscar lo mejor en el otro. Hay otro camino diferente a la agresión”.

Al finalizar la exposición de cada uno de los especialistas se abrió una ronda de consultas. Tras la cual se emitieron videos con mensajes de agradecimiento y saludos de tres organizaciones comprometidas con la cultura de la paz: Intermed de Salta, Empatio y la Universidad Nacional del Litoral.

Segundo panel

El segundo panel, denominado “Pedagogía para la construcción de una Cultura de Paz y Justicia. Desafío de nuestro tiempo”, fue moderado por la coordinadora de Relaciones con los Ciudadanos de la Defensoría del Pueblo, Eleonora Avilés. La primera en tomar la palabra fue la representante del International Peace Bureau en América Latina, Alicia Cabezudo, quien realizó “un cuadro general de la perspectiva que tiene el campo pedagógico de la paz en nuestro continente”. En este sentido, enfatizó en que “es fundamental el rol de la educación para la paz y derechos humanos en América Latina ya que se trata de un campo de ejecución de políticas públicas que invita a reflexionar y actuar sobre las demandas más urgentes de la sociedad”.

Posteriormente, continuó con la disertación Esteban Ramos, coordinador del Área de Paz del Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, quien hizo un repaso de las distintas definiciones del concepto de paz. “Normalmente utilizamos la palabra paz sin darnos cuenta de que hacemos uso de una concepción hegemónica que una de sus raíces es la cultura grecorromana y que tiene que ver con la legitimación de la violencia y de la guerra”, razonó, para luego señalar que prefiere posicionarse desde el paradigma de la “paz transformadora” a la que definió como “un proceso que emerge cuando logramos atender las necesidades sinérgicamente, y para que eso suceda la lógica debe ser participativa”. En este sentido, explicó que este concepto posee “cuatro dimensiones claves: una es la personal, otra es la social, la estructural y la cuarta es la dimensión holística”.

Finalmente, Ramos profundizó en que “la educación para la paz se constituye como un proceso que de alguna manera aborda el saber, el sentir, el hacer y el querer. Son las cuatro potencialidades fundamentales de la educación para la paz”, y dirigiéndose a las defensorías concluyó: “Cuando nos planteamos cómo podemos construir procesos educativos tenemos que tener en cuenta que debemos abordar esas cuatro grandes potencialidades”.

El encargado de dar cierre al panel fue Matías Penhos, profesor titular de la Cátedra de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Quilmes. El docente definió la justicia restaurativa como “todo proceso en que la víctima, el delincuente y cualquier miembro de la comunidad afectado por un delito, participen conjuntamente de forma activa en la resolución de las cuestiones derivadas del delito, por lo general con la ayuda de un facilitador”, y marcó que “el proceso es tan importante como el resultado”.

A modo de cierre, y en relación a todas las herramientas revisadas durante las distintas exposiciones reflexionó: “Si nosotros no somos capaces de pensar estos temas desde la escuela, si no damos herramientas, cómo se supone que habrá una generación de futuros funcionarios que van a poder pensar”, y concluyó: “Mientras nosotros estamos haciendo estos esfuerzos desde las bases sociales como contraparte tenemos líderes que llegan al poder echando por tierra todo lo que construyó el sistema global desde la segunda posguerra mundial hasta la actualidad”.

Tercer panel

El tercer y último panel del día se denominó “Justicia Restaurativa y edificación de la democracia como modo de vida”, y contó con la participación del procurador General de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, Julio Conte Grand, y del Presidente del Instituto de Mediación de México, Jorge Pesqueira Leal, y con la coordinación del académico sobre Justicia Restaurativa y Sistemas de Gestión Colaborativa de Conflictos, Iván Navarro Papik.

Por su parte, Conte Grand dio inicio a su exposición que basó sobre tres ejes: “como primer eje vemos la necesidad de considerar a la Justicia Restaurativa en el marco de la teoría de los sistemas y definir que el todo es mucho más que la suma de las partes”, y continuó: “El segundo eje es la concepción de la justicia no como virtud sino como acción operante y el tercer eje es la relación entre la justicia retributiva y la vulnerabilidad, y en este sentido la justicia restaurativa se estructura como una justicia terapéutica que debe encargarse de cuidar y de preservar la paz social y de tutelar los derechos subjetivos para recuperar el equilibrio perdido”.

A modo conclusión de su ponencia, señaló que “la justicia restaurativa debe ser un instrumento para un sistema de sostenimiento social que favorece los mecanismos de resolución de conflictos para asegurar la paz social y el fortalecimiento de la participación democrática”.

A su turno y como cierre de la jornada hizo uso de la palabra Pesqueira Leal, invitando a reflexionar: “No podemos pensar el concepto de justicia restaurativa fuera del contexto de lo planteado desde la antigüedad hasta la modernidad en cuanto a que la justicia es en si la virtud de las virtudes”, y amplió: “En cuanto a lo restaurativo se trata de la necesidad de pacificar, de unir en la diferencia en cualquier contexto social”.

Por último, el referente internacional en la materia señaló que: “El pragmatismo de la justicia restaurativa debe ser mirado en toda su amplitud, no solamente referido al ámbito penal donde se propone un encuentro entre las partes”, y culminó: “La justicia restaurativa es una expresión de la justicia autocompositiva por eso influye en el logro de la justicia social y la justicia distributiva, para salir de la inequidad y de la violencia, debe servir para democratizar los distintos ámbitos gestionándose socialmente”, y convocó a los participantes ser parte activa del proceso: “Cada uno de nosotros debe ser un agente de la justicia restaurativa dentro de cada comunidad respetando los derechos fundamentales, afirmando que sin justicia no hay democracia ni paz”.